La revancha del feriado.

Horas después de mi excursión fracaso,
decido salir de mi rancho, 
emprendo una salida,
voy paso a paso por de algo de comida;
voy por un paquete de panchos.

La luna está casi llena,
no hay una puta nube,
la temperatura no baja ni sube,
el clima es perfecto para salir,
hasta parece que noche buena.

Todos los negocios abiertos,
salir a comer parece ser un acierto.
Yo voy por la revancha;
planifico mi recorrido y vuelvo a las canchas,
luego de caer en un tres a cero furtivo.

Empiezo mi caminata, voy al almacén de lleno,
y para terminar con el colmo del día,
estaba abierta la puta verdulería,
¡Qué veneno!

Paso caminando,
los miro sin disimulo,
qué ganas de estar gritando:
"¡Perdete las bananas en el culo!".

Diciembre número ocho,
qué mierda de feriado,
a falta de licuado
fueron los bizcochos de ayer,
lo único que tenía para comer.

Por todo lo que ha pasado, este día se parece
mucho más a un martes trece que a un feriado.
Ya se me fue el antojo del licuado,
pero lejos de sentirme vencido,
cierro los ojos y lo que pienso lo escribo;
aprovecho que estoy inspirado.

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