Be someone who makes you happy.

Acá estoy, con casi 22 años de edad, dándome cuenta de lo importante que es ser el proveedor de mi felicidad, el único que da la vida por mí, el único que me salva día a día. Pero... ¿Cómo no darse cuenta antes? Está clarito. Vivimos con la idea de que alguien puede hacernos feliz, de que siempre nos falta alguien; nos enamoramos y le atribuimos todos los méritos a la otra persona. Estamos rodeados de sociedad, de gente, de relaciones, y creemos que estando solos no vamos a ningún lado. Entonces es lógico que necesitemos del resto.


Acá va mi rebeldía contra eso.

La única persona que me conoce completamente (o por lo menos en su mayoría -porque a veces ni yo sé lo que quiero-, jaja) soy YO. El único que sabe todos mis secretos, qué me está pasando, qué estoy pensando, qué es lo que me hace bien, soy yo. Nadie sabe más de mi que yo. Entonces, si ya sé qué es lo que me gusta y me hace bien... ¿Puedo ser feliz? ¿Puedo hacer por mi lo que sé que nadie haría? ¡Claro que puedo! Yo puedo acomodar mi casa y limpiarla como a mi me gusta, cocinar las comidas que yo quiero, hablar y hablar y hablar y hablar y hacer muchos amigos y disfrutar de ellos; escuchar la música que me gusta, tocar la guitarra y cantar a los gritos bien desafinado, puedo intentar expandir mi creatividad escribiendo en un blog o dibujando una caricatura o reciclando cosas para diseñar mis muebles; puedo aprender por mí mismo, resolver mis inquietudes; puedo reírme de cualquier cosa mientras voy caminando, reírme de mi cara todas las mañanas; puedo amar a mi manera y demostrarlo como a mi me sale. ¡YO PUEDO HACERLO! 

Hoy me doy cuenta de que solamente yo puedo hacer las cosas por mí. Nadie va a enseñarme a programar, ni a estudiar, ni a trabajar, ni a vivir. ¡Nadie! Yo tengo que aprenderlo por mí mismo. A mi manera; renegando, sufriendo, haciéndolo mal, empezando de nuevo. Una y otra vez. Y así lo voy a aprender. Y ahí realmente voy a estar satisfecho, conforme; voy a sentirme realizado, FELIZ.

Pero ojo, no estoy en contra de recibir la ayuda de las demás personas, ni de vivir en sociedad, ni de estar relacionado, ni de estar enamorado. ¡No! Nada de eso. Solamente me doy cuenta de que necesito agradarme a mí mismo, ser mi amigo, hacerme feliz. Cuando yo pueda amarme a mi, podré amar de igual manera al resto ("Ama al prójimo como a ti mismo"). Cuando yo me encuentre a mí mismo y sea realmente feliz con pequeñas cosas -como lo estoy intentando ahora-, voy a poder contagiarlo al resto.

Por eso, si te podría recomendar algo, sería: Sé alguien que te haga feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario