Por qué a veces NECESITAMOS ESTAR TRISTES.

"Todo el mundo desea ser feliz, pero afrontar las desdichas también es parte importante de la vida."
HUGH MACKAY

Tal parece que nos hemos vuelto temerosos de la tristeza. Se ha puesto tanto énfasis en la felicidad, en el pensamiento positivo y en la autoestima, que corremos el riesgo de olvidar que para ser personas plenas necesitamos aprender a sobrellevar también los momento difíciles.
Sabemos que las emociones "positivas" son más disfrutables y las aceptamos sin reparos, pero es absolutamente normal sentirnos invadidos de vez en cuando por el pesar, o agobiados de angustia, duda o desilusión. Todas estas emociones tienen algo que enseñarnos acerca de nosotros mismos, y sin ellas jamás sabríamos lo que es la felicidad.
Sin embargo, no todos tenemos el mismo concepto de "felicidad", así que empecemos por el principio. El filósofo griego Aristóteles enseñaba que la vida ideal era buscar la eudamonía, palabra que suele traducirse como "felicidad". Pero no se refería a una vida de placeres sensoriales, ni tampoco a una existencia desligada de la realidad por la falsa creencia de que las cosas son (o deberían ser) mejores de lo que son realmente.
Su concepto de felicidad se acerca mucho más a la idea de "plenitud" que a ese sentimiento a menudo autocomplaciente y basado en el placer que llamamos "felicidad". Para Aristóteles, la eudamonía significaba vivir en concordancia con la razón; satisfacer nuestro sentido de propósito; cumplir con nuestro deber cívico; cultivar la virtud; estar totalmente comprometidos con el mundo y, sobre todo, experimentar la riqueza del amor y la amistad humanas.
¿"La riqueza del amor y la amistad humanas"? Todo el mundo sabe que eso no es ningún lecho de rosas. Las relaciones personales pueden ofrecernos las satisfacciones más profundas y hacer un aporte enorme a nuestro sentido de plenitud, pero, en esencia, son desordenadas, impredecibles y, muy a menudo, nuestra mayor fuente de decepción, angustia y tristeza. Justo por eso es que tienen mucho que enseñarnos.
Cuando nos sentimos tristes o desanimados, llegamos a pensar que la vida es cruel o injusta, así que es fácil entender por qué, en esos momentos, la felicidad nos parece la mejor meta de vida o el estado "natural" por alcanzar. Sin embargo, eso pasaría por alto una importante verdad sobre la experiencia humana: la tristeza es una emoción tan auténtica como la felicidad. Los momentos de dicha y alegría, y también la sensación más profunda de bienestar que a veces nos envuelve, sólo tienen sentido porque representan un agudo contraste con nuestras experiencias de decepción, sufrimiento y tristeza, o incluso con esos momentos en que nos sentimos atrapados en una tediosa rutina.

Cuando oigo a los padres de familia decir "Sólo quiero que mis hijos sean felices", siempre me siento tentado a preguntarles: "¿Eso es todo lo que desean para ellos? ¿En verdad quieren que estén tan privados de emociones? ¿No les gustaría que aprendieran a sobrellevar la desilusión, el fracaso e incluso la injusticia?"
Cuando las personas experimentan cambios repentinos y drásticos -un divorcio, la pérdida de un ser querido, la estrechez económica, una enfermedad grave-, su ansiedad aumenta y comúnmente sienten estrés, tristeza y, a veces, incluso pánico. Cuando se producen cambios así en toda la sociedad, se desencadenan las mismas reacciones en gran escala: una epidemia de ansiedad y un sentido generalizado de inseguridad.
Si consideramos los grandes cambios que han ocurrido en la sociedad occidental, no es de extrañar que nos sintamos un poco traumados: hemos reinventado la institución del matrimonio (y abandonado en forma masiva); transformando la naturaleza de la vida familiar; hecho descender la tasa de natalidad a su nivel más bajo en toda la historia; reducido el tamaño de nuestros hogares; sentido los embates de una crisis económica mundial; ensanchado todavía más la brecha entre ricos y pobres, y trastocado radicalmente las estadísticas sobre el mercado laboral (en particular las que se refieren a la participación de las mujeres y los empleos de medio tiempo).
Hemos presenciado la revolución de la informática y las comunicaciones, que ha transformado nuestra manera de vivir y trabajar y redefinido nuestros conceptos de privacidad e identidad, sobre todo entre los jóvenes. Como lo predijo hace 40 años Alvin Toffler en su libro El shock del futuro, estos cambios no sólo han aumentado nuestra ansiedad (y nuestro consumo de tranquilizantes), sino generado también un gran sentimiento de impotencia y pérdida de control. Existe el peligro real de que empeoremos las cosas si ponemos demasiado énfasis en "el pensamiento positivo", y no el suficiente en vivir con valentía, bondad e incluso con nobleza ante todos estos cambios.
Me temo que hasta el concepto de "felicidad" está adquiriendo un significado nuevo como consecuencia de nuestra obsesión por el control: tendemos a considerar la dicha como una señal de que tenemos todo "controlado", lo cual implica que la tristeza indicaría lo contrario, como si pudiéramos elegir estar felices o tristes.
Pensar positivamente es mejor que pensar negativamente. Sin embargo, pensar en forma realista es algo todavía más deseable, y ser realista significa comprender que la riqueza de la vida radica en una interacción constante entre luces y sombras.
"¡Arriba!", nos decimos unos a otros, pero, ¿para qué intentar producir un estado emocional positivo en alguien que está pasando por una adversidad, una pérdida o una desilución? En esto estoy de acuerdo con Marcel Porsut, quien dijo: "Sanamos de un sufrimiento sólo al experimentarlo en su totalidad".
Muchas personas aseguran que su mayor crecimiento y desarrollo como seres humanos han provenido del dolor y del pesar, no del placer. Así que, cuando necesitamos sentirnos tristes, es un error tratar de apresurar el proceso de sobrellevar nuestro sufrimiento, decepción o pena. La felicidad por lo general nos llega en momentos súbitos y fugaces; en cambio, asimilar nuestras emociones más sombrías nos lleva tiempo.

Artículo publicado en la revista Reader's Deagest.

Help!

Voy y vengo, vivo dando vueltas,
me persigo en cámara lenta.
Me siento a estudiar,
y no paro de pensar
en la ayuda que no tengo.


Estoy buscando una pista, una idea,
alguna reacción improvista, lo que sea.
Algún foco de luz en mi camino,
a ver si descubro un poco,
dónde queda mi destino.


Lo consulto con mis seres queridos,
y una voz me dice: "Bienvenido
al mundo de los adultos",
de la realidad no me oculto,
estoy perdido.


Perdido entre la muchedumbre,
lleno de incertidumbre,
muchas preguntas y no tantas respuestas,
con tantas dudas,
necesito que la ayuda sea honesta.

La melancolía.


La melancolía es un color que no es demasiado desagradable, la melancolía es un territorio donde caen las canciones, es una caída de la tarde, es una pareja que está perdiendo la pasión, son unas canas que aparecen, es el territorio de la poesía. No le tengo el menor miedo la melancolía, vivo ahí desde hace mucho tiempo.
Si uno está muy alegre o muy triste de ahí no crece casi nada poético. Si uno está muy contento tiene que ir a dar saltos al parque, y si uno está muy enamorado echa polvo tras polvo… pero la melancolía es el sentimiento húmedo con el que nacen versos en la cabeza”.
Joaquín Sabina

La felicidad y la vida.

Mi madre siempre me decía que la felicidad es la clave para la vida.
Cuando fui a la escuela, me preguntaron qué quería ser cuando fuera grande. Dije "feliz". Me dijeron que no entendía la pregunta...

Y yo les respondí que ellos no entendían la vida.

John Lennon

Síndrome de confusión.

Con un poco de pesimismo, diría,
que abismo rima con mundo,
que la eternidad dura un segundo,
que sexo rima con sida,
que la vida se convierte en muerte,
que la suerte, es aburrida.

Que el amor y el dolor van de la mano,
que la esperanza va en contramano,
que me tiembla la panza,
cuando la confianza parece no tener sentido,
cuando el recuerdo, suena a olvido.

La verdad es triste y jodida.
La mentira es la verdad para algunos,
la coartada en el momento oportuno,
tan poderosa, tan embustera,
y tan certera, cuando es bien defendida.

Pero también es cierto que "fe"
rima con "ganas de",
que la alegría del corazón
se corresponde con una ilusión,
que cuando las promesas no son confiables,
la tristeza que viene es inevitable.

Y hoy me encuentro en esta situación,
en este síndrome de confusión,
escribiendo lo que estoy sintiendo,
cuando una corazonada pesimista
hace cambiar mi punto de vista.

Yo no entiendo a la gente grande.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE .........
Porque tapa la luz del sol, quita las flores a las plantas para dejarlas marchitar en un jarrón y enjaula a los pajaritos, porque ha pintado todas las cosas de color gris y ha llenado el cielo de antenas y chimeneas.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE...........
Porque se cree importante por el solo hecho de ser grandes, porque no me dejan caminar descalzo ni chapotear en la lluvia, porque me compran juguetes y no quieren que los use para que no se rompan.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE.........
Porque le han puesto nombres difíciles a todas las cosas sencillas, porque se pegan entre ellos o se pasan la vida discutiendo, porque quieren tener empleos importantes....y viven sentados en una silla.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE..........
Porque me hace decir versitos que no entiendo, porque me obliga a besar gente que no conozco, porque están siempre muy apurados y nunca tienen tiempo de contestar una pregunta o de contar un cuento.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE.........
Porque no le gusta sentarse en el cordón de la vereda, porque no sienten el placer de perder el tiempo mirando alrededor y son incapaces de dar vueltas en un carrusel, porque cuando me porto mal me amenazan con ponerme una inyección y cuando me enfermo me dicen que una inyección me va a hacer bien.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE..........
Porque quiere que coma con horarios.... y no cuando tengo hambre, porque cuando pregunto algo, me contestan que soy muy chico... y cuando pido un chupete me dicen que soy un grandulón.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE...........
Porque siempre se hacen los lindos o los serios, porque dicen mentiras y ellos mismos se las creen, porque cada vez que mienten me doy cuenta y sufro mucho.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE...........
Porque perdieron las ganas de correr y saltar, porque olvidaron esas cosas que tanto les gustaba de chicos, porque antes de reírse siempre le piden permiso al reloj.


YO NO ENTIENDO A LA GENTE GRANDE...........
Porque cuando hago algo malo me dicen "NO TE QUIERO MAS ",
y yo tengo mucho miedo que me dejen de querer en serio.



FELIZ DÍA DEL NIÑO! :)

Desapear.

Hello dear,
da igual en inglés o en español,
o en una combinación de los dos,
decirte que "my little bear"
desapareció.

Me quedé sin mi grupo favorito,
whitout my best friend words,
se me fue "osito", 
sólo me quedó el blog.

Ya no hay dedicatorias,
ya no hay indirectas,
se acabaron las frases perfectas,
todo es historia.

Y aquí estoy, como cada vez,
haciendo rimas disonantes,
mezclando español con inglés,
pero con las mismas ideas que antes.

Without words.

Hoy no sé que decir,
me quedé sin palabras,
el silencio se adueñó de mi,
y no es que esté más loco que una cabra.

Es que mi corazón está dejando de latir,
me estoy sintiendo muy solo,
te estoy perdiendo a ti,
estoy perdiendo todo.

¿Cómo es que llegamos a esta situación,
a esta sensación de fracaso?
¿Cómo puede ser que entre el amor y el dolor
hay tan solo un paso?

Yo aquí, tú allá,
la distancia es un puente que debemos cruzar.
Debemos levantar la frente, y saber perdonar.