Adivinen quién volvió.


Volvimos,
a los restos de desayuno por la mañana,
a los mensajes inoportunos cuando estoy en clase,
a tener un neceser lleno de maquillaje;
volvimos a saber de mi hermana.

Volvimos,
a la crema de enjuague 
desparramada en la mesa del baño,
a cerrar con llave
mi pieza como si fuera un extraño,
a ponerme firme 
para que no use mi mate,
a escucharla decirme:
"No te comas todo el chocolate".

Volvimos,
a escuchar su horrible música fuerte,
a creer que ella es el "combustible" de mi mala suerte.
Volvimos a compartir el mismo coche,
y a pasar del día a la noche
hablando de reproches.

Volvimos,
a tener las bolas por el piso,
a preguntarnos "¿Y esto quién lo hizo?",
a los pelos rubios en el suelo,
a encontrar tirada la planchita para el pelo.

Volvimos,
a sacar cuatro veces por semana la basura,
a tener que escuchar puteadas sin censura.
A pelearnos por quién tiene que limpiar,
y a abrir la canilla cuando el otro se va a bañar.

Volvimos,
a las risas en común,
a quedarnos sin champú,
a compartir estúpidos silbidos
de canciones que no tienen sentido.
Volvimos a odiarnos y comunicarnos por notas,
a querernos, y demostrarlo en cuotas.

Volvimos,
a las bombachas colgadas en la cortina,
a saber que la paz se murió.
Adivinen quién volvió,
sí, volvió Agostina.

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