No vivas para que tu presencia se note, si no para que tu ausencia se sienta.

Hoy tuve una fuerte discusión con mi hermana, persona con la cual convivo, y ella rompió en llanto pidiéndome a gritos un poco de afecto. Fue rarísimo porque, al parecer, se acordó de que ella también tiene corazón. Sé que suena un poco duro la forma en que lo digo, pero esto viene de hace mucho.

Resulta que, en mi casa, siempre fui la persona afectuosa, alegre, el 'rompe bolas', el alegre, el optimista que quieren que estén bien, el que no le importa parecer un boludo con tal de que ellos sonrían; ese, sí, ESE, soy yo. Hace desde principio de año que vivimos sólos mi hermana y yo, y ella, lejos de ser como yo, con un carácter de mierda, siempre me tiró los ánimos por el piso. Hace un mes más o menos que cambié; decidí vivir para mi, que no me importe más lo que ella haga o deje de hacer, no darle bola, que haga su vida, yo hago la mía. Seco, bien seco de sentimientos; sin muchas demostraciones ni muchos saludos, sin compartir canciones, nada. Yo acá, y ella allá, pero viviendo en la misma casa. Me cansé de obtener 'malos' resultados así que implementé esta especie de 'huelga de afectos'.

Hoy discutimos, y entre reclamos de quehaceres de la casa que no fueron cumplidos, y alguna que otra puteada, ella explotó y se quejó por mi falta de afecto y por mi indiferencia. 

Al parecer, antes no hacía las cosas tan mal, pero nadie las valoraba. Y citando la frase de Bob Marley: "No vivas para que tu presencia se note, si no para que tu ausencia se sienta.", les digo que me doy cuenta de que yo estaba haciendo eso, y de que, al parecer, no era tan malo lo que yo hacía antes, simplemente, no era valorado como yo esperaba. Pero ahora me doy cuenta de que aunque no me lo digan, les hace falta.

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