Al parecer, funciona.

Después de tanto tiempo ausente, vuelvo para hablar un poco de lo que me está pasando. 
Entre este año nuevo que arrancó, los quehaceres de la universidad, el hecho de ir al día, querer adelantar para rendir, quedarme más tiempo acá estudiando, (y todo eso que quiero implementar), son pequeñas cosas que me están alejando un poco de muchas cosas que hacía antes, pero siento que me están haciendo ser "más productivo" y tengo un poco más de ganas de estudiar y aprender. Todo esto sumado a que "no les doy tanta bola" a los problemas de mi casa, me está ayudando a estar más tranquilo, más concentrado en lo que hago, a estar un poco mejor.
Después de tanto estar mal y sufrir por los problemas que habían en mi casa, decidí hacerme un poco a un lado de eso, y me di cuenta que todo funciona mejor. Ahora no me meto en las discusiones de mis papás (que cada vez son menos), no vuelvo tanto a mi casa los fines de semana, no pregunto tanto; sólo comparto, las buenas y las malas, y trato de disfrutar y evitar discusiones. Por otro lado, estoy tratando de hacer que sea más leve la convivencia con mi hermana; trato de no pelear tanto, no le doy bola, no le llevo el apunte. Ahora hago la mía, me preocupo más por mí; soy un poquito más egoísta. Y créanme, en realidad, funciona.
Ya prácticamente no juego a juegos (valga la redundancia) de computadora en red con amigos, uso mucho menos el Facebook, boludeo menos. Lo que sí hago ahora es mirar series, me di cuenta que es más interesante y te quita menos tiempo; además sirve para espabilarse un poco.
Estudio más tiempo, leo más, presto más atención en clase. Paso más tiempo en soledad. Escucho mucha música, hablo solo, y canto bien desafinado por la vida.
Podré parecer un loco, y posiblemente lo esté; pero todas estas pequeñas cosas me ayudan a estar mejor, a concentrarme más, a estar en paz. Y así, al parecer, me funciona.

Pascuas de mierda.

Domingo de viaje,
pasaje de vuelta,
poco equipaje
y viajo con ropa suelta.

Repleta como nunca está la terminal,
y se avecina el típico encuentro casual
entre gente desconocida,
que sin tener nada que ver
comparten su vida en este atardecer.

La madre con las tres hijas,
la señora de las valijas,
el tipo de los tatuajes,
el que se olvidó de sacar el pasaje
y el viejo al que no se le para la pija.

Los abuelos que quieren volver a casa,
las madres que preguntan "¿Qué pasa?"
porque el colectivo no viene,
el hombre de olor a chivo,
y el que sin disimulo,
le mira el culo a la madre de un nene.

Los tortolitos, la señora coqueta,
el musculito, la gorda pura teta,
la que está buena pero de lejos,
y el viejo que olvidó de subir la bragueta.

Los que escuchan cumbia sin auriculares,
la señora de los collares,
el inmigrante, nosotros
los benditos estudiantes,
uno que se parece a Del Potro,
y una chica de apellido Juárez.

El nerd que se parece a cuasimodo,
la tía que habla hasta por los codos,
el que tiene pinta de empresario,
el que lee el diario,
sí, hay de todo,
hasta el que silba finito como un canario.

El optimista que no desespera,
el guitarrista, una señora con dos camperas.
El viejo al que le faltan los dientes,
el que fuma sin parar
y al chofer no para de putear
y lo trata de delicuente.

Todos en plena disputa para subir
al colectivo que llega tarde y viene sin lugar,
la gente está que arde y lo empiezan a apretar:
"¡Hijo de puta, vas a morir!"
y sabés bien cual es la causa,
te faltan huevos, y no precisamente son de pascuas.

Dos horas más de espera
para el próximo coche cualquiera,
y para ponerle el broche a la vigilia 
viajamos de noche, sin familia,
sin casa, estamos afuera.

Tarde o temprano vamos a llegar,
pero se les fue de las manos,
no lo podemos negar.

Y las palmas hay que sacudir,
porque no perdí la calma
y eso es para aplaudir,
después de tres putas horas de demora
y una tarde cansadora,
termino las pascuas en casa
y tranquilo porque, tarde o temprano, todo pasa.