Atando cabos sueltos.

Hace unos días estaba leyendo un volante publicitario -no me acuerdo de qué exactamente- y llevaba la frase que publiqué hace unos días:

"Quise cambiar el mundo, y nada cambió. Cambié yo, y cambió todo."

Obviamente, me dejó muy pensativo y me hizo ver muchas cosas (que eran ciertas) que yo por ahí no lograba 'explicarme', y era la frase que lo aclaraba todo. Esto me hizo acordar a otra frase que, en su momento, también me hizo pensar mucho y nunca la olvidé...

Un día, leía un libro de economía, y entre mercados, el Estado y las economías modernas, el libro citaba a Adam Smith, que en su libro "Las riquezas de las naciones", decía:

“Todo individuo trata de emplear su capital de tal forma que su producto tenga el mayor valor posible. Generalmente, ni pretende promover el interés público ni sabe cuando lo está haciendo. Lo único que busca es su propia seguridad, su propio provecho. Y al hacerlo, una mano invisible le lleva a promover un fin que no estaba en sus intenciones. Al buscar su propio interés, a menudo promueve el de la sociedad más eficazmente que si realmente pretendiera promoverlo.”

Más allá de que Adam Smith lo decía con fines de entender 'la mano invisible' de los mercados en la economía, yo lo relacioné con la vida real, y sí, ¡Es muy cierto!

Por otro lado, unas semanas atrás vi un vídeo en el que Gregg Braden hablaba de "Las cinco formas de orar" -que lo voy a subir próximamente-. Él contaba que la quinta forma de orar era una que había conocido en una experiencia en un país asiático y lo había dejado sorprendido, ya que ésta traía buenos resultados. La oración no consistía en pedirle a su Dios que llueva (por ejemplo), si no más bien en concentrarse y 'conectarse' con él, sintiendo la lluvia, la humedad de la tierra, el viento, su deseo. Su fundamento era que, si pedíamos algo es porque no lo teníamos, entonces no llegaba; la idea era LA PERCEPCIÓN, es decir, percibir que lo teníamos. Además, decía que este sentimiento de armonía, de 'buenas vibras', se podía transmitir al resto de la población, y de una manera mágica, todo mejoraba; y que se necesitaban pocas personas con 'buenas vibras' para transmitírselo a un número elevado de la población.

En fin, atando cabos sueltos, la idea es que yo siempre fui -y soy- de una personalidad bastante particular, dura, de 'firmes principios' -un poco 'a la antigua' en algunos casos-, justiciero, idealista, pero con muchas ganas de imponerlo en los otros, de ver que sea para todos iguales, de que las cosas se hagan como se tienen que hacer, de parar con las 'injusticias' que ya son comunes en esta sociedad moderna, de QUERER  HACER EL BIEN y TRANSMITIRLO EN LOS DEMÁS; pero es como que nunca lo conseguí en un 100%, o sea, mis principios siguen intactos, pero ya entendí que no todos van a ser como yo, ni los voy a forzar a un cambio, ni voy a lograr que lo aprendan, simplemente porque les quiero hacer ver que es mejor. En este último tiempo, hice un cambio en mi, le busqué la vuelta, cambié algunas formas de actuar, y de pensar el modo de transmitir las cosas, me dediqué más a mi, me preocupé más por mis deberes, y la verdad es que, me hizo mucho mejor, ME SIENTO MEJOR, y veo que ese cambio en mi, esa armonía conmigo mismo, esa paz interior, se transmite a los demás, o, por lo menos, yo lo percibo de esa manera. Y ahí es donde está el cambio.

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